Nos abrazamos. Y mientras estoy entre tus brazos miro a través de tu hombro hacia la nada y ahí es cuando te veo con los ojos cerrados, respirando. Respiro.
Respiro sosteniendo el aire como si pudiera guardarme el tiempo en el pecho. Por un rato más, al menos.
El abrazo se suelta de golpe, con el apuro de no querer demorar lo impostergable.
Cierro los ojos. Respiro. Los abro y ahí estás, yéndote. Con los ojos como necesitando en silencio desde el vidrio de la ventana. Me mirás, te miro, cada vez más lejos. Nos fuimos, otra vez. Otra horrible vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario